domingo, 2 de marzo de 2008

Los políticos que susurraban a los caballos

Ayer tuve una revelación sorprendente. Descifré la razón por la que los políticos son incapaces de ponerse de acuerdo. El hecho me sobrevino de repente, ya a altas horas de la noche, y potenciado por varias copas de ron, que es muy bueno para la mente como por todos es sabido. Pero, para explicarlo aquí, voy a remontarme al origen mismo de la idea.
El sábado por la mañana fui a montar a caballo con mis amigos de toda la vida. Pope, un jamelgo blanco, iba presentándome el campo de Belchite desde otra perspectiva diferente a la habitual. Acabamos el paseo sin incidentes y con muy buen sabor de boca. Pero todo tiene sus inconvenientes, y los de la hípica se dejaron notar un par de horas más tarde.
Para acabar bien el día preparamos una cena y nos dispusimos a pasar una velada de buena conversación arreglando el mundo, que es lo que hacen los amigos.

El problema vino a la hora de sentarse. Para el que no lo sepa, montar a caballo produce unos efectos secundarios cuando se trata de apoyar lo que es el hueso coxial, el culo, vamos. Y sufríamos, aunque no en silencio, para encontrar una postura adecuada en la silla.
Lo que me llevó a la siguiente reflexión:

  1. Los problemas se solucionan sentados hablando tranquilamente.
  2. Montar a caballo impide que puedas apoyar tu trasero en una silla.
  3. Luego, por lógica común, los políticos se la pasan cabalgando todo el día.

Entre tanto trote es normal que nuestros pobres dirigentes sufran estos terribles efectos secundarios y les sea imposible mantener una conversación pacífica intercambiando puntos de vista diferentes y encontrando soluciones por ejemplo para que no muramos asesinad@s por nuestros compañer@s, o para que nuestros hijos no violen a su compañerita de pupitre y entiendan que comprensión y escrita puede ir unido, o para que podamos comer tortilla de patata sin que sea un alimento de lujo, o para que las casas no estén hechas de lingotes en lugar de ladrillos.

Y si, claro, ahora en época de elecciones lo que prima no es conversar, sino hacer demagogia. Menos preocuparse por una futura niña hipotética y más por los que seguimos vivos no sabemos hasta cuando. Habrá que esperar que acaben las eleciones para recordarles que menos susurrar a los caballos y más parlamentar entre ellos, que para eso se le puso ese nombre a la sala. ¿Y no se parte la gente la espalda trabajando? Pues el culo no es sino una prolongación.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

El día 9 todo el mundo a votar, coño!!

falceitor dijo...

Filosofía de la que me mola! Si señor! Y el 9... pos ya veremos. A lo mejor hay que taparse la nariz y votar... O mejor... botar y pedir asilo político... pero ¿dónde?

C.M.G. dijo...

Qué sabia eres Or!!!