EL TEATRO PRINCIPAL DE ZARAGOZA ACOGE ESTE FIN DE SEMANA LA OBRA EL LEÓN EN INVIERNO, DE JAMES GOLDMAN
Manuel Tejada y Alicia Sánchez protagonizan un drama medieval que habla del ser humano y de la lucha por el poder. Las funciones serán el 1 y 2 de febrero a las 22 horas y el domingo día 3 a las 19 horas.
El león en Invierno, del norteamericano James Golman, llega a Zaragoza tras un año de funciones continuadas en Madrid y de una gira por toda la geografía española. Juan Carlos Pérez de la Fuente dirige la nueva adaptación de este clásico contemporáneo que no ha dejado de representarse en todos los escenarios del mundo desde su estreno en Broadway en 1967. "Mi intención es ofrecer el mejor de los teatros", nos cuenta el director. "Y hasta que no someta esta obra al juicio de los zargozanos no estaré convencido de haberlo conseguido" añade.
El reparto lo encabezan dos actores veteranos de la escena española, Manuel Tejada y Alicia Sánchez, acompañados por Celia Freijeiro, Miguel Ángel Valcárcel, David Sánchez, Paco Blázquez y el zaragozano Néstor Arnas. La obra llega a Zaragoza tras su estreno en Madrid en enero de 2007 y su paso por diversas ciudades españolas en una gira que ha cosechado grandes éxitos. Entre ellos en el XXVIII Festival de Teatro de la ciudad de Palencia, dónde obtuvo varios galardones.
El león en invierno es una tragedia contemporánea que trata con cinismo y humor el tema universal del enfrentamiento en la lucha por el poder ambientado en la Francia medieval del s XII. El anciano rey Enrique II de Inglaterra se traslada a Chinon (Francia), para reunir a su familia cuando llegue la hora de su muerte. A su lado su esposa, Leonor de Aquitania, a la que mantiene prisionera desde hace años, sus hijos, Juan, Godofredo y Ricardo, el rey de Francia, Felipe Capeto, y su hermana Alix, amante del rey Enrique, intentan de todas las formas posibles acaparar el poder que el rey inglés legará tras su muerte.
Un compedio de relaciones familiares marcadas por las peleas por la herencia y la ambición de poder nos revelan insólitos aspectos de las relaciones humanas. El odio, la codicia, el amor o los celos se muestran en esta obra en su estado puro.
Pérez de la Fuente cree que los espectadores se sentirán identificados con los personjes porque son padres e hijos y el tema atemporal de la ambición puede extrapolarse a la actualidad que nos rodea.
jueves, 31 de enero de 2008
miércoles, 30 de enero de 2008
Köszönöm Budapest
Me he traido en la maleta una cajita de especias y un libro de cocina. No he hecho un curso de hostelería, no. He vuelto de Budapest.
Ha sido como regresar de una película de los años 80, una de esas de la Europa oriental en la que el tiempo parece haberse detenido. Un Goodbye Lenin continuo.
Ancianas con botines negros y abrigos grises de paño se apuran bajando las escalera del metro. Señores cubiertos por grandes sombreros de corte ruso, de esos de pelo, hablan con voz airada para desearse los buenos días. Los autobuses todavía llevan esas cuerdas suspendidas para solicitar la parada y el metro, otrora el primero de Europa, es ahora el más antiguo.
Esta fotografía casi en blanco y negro va aderezada con algunos McDonalds y BurriKins cada cuatro esquinas y salpicada por jóvenes anodinos que podrían pasar por chavalillos españoles si no les delatase el pelo y la tez semi transparente.
La ciudad es una maravilla. Los edificios monumentales, el palacio imperial, el Parlamento, la catedral, el Danubio...eso si que es un río.
Si sales de la zona más turística puedes entrever un poco la vida real de los habitantes de esta ciudad de más de un millón y medio de almas. Grandes suburbios con horribles edificios grises, no muy diferentes a los suburbios parisinos, la verdad. Podía estar en Francia tranquilamente.
Lo mejor: pasear por la ribera del Danubio o recorrerla en tranvía para tener una panorámica de los edificios más emblemáticos. También subir a la colina Geller desde donde las vistas son increibles. El atardecer en medio del bosque y el sonido del viento impresionan un poco y hacen apresurar el paso, pero merece la pena la caminata.
La gastronomía es contundente. Si os gusta la comida picante probad la sopa típica: el goulash. Yo me he aprendido la receta.
jueves, 24 de enero de 2008
Te doy un viaje...a Budapest!
Los mejores planes son los que salen sin pensarlo. De un momento para otro.
El sábado por la mañana me despertó un telefonazo:
-¿Te bajas a un cafe?- escuché desde el otro lado del hilo.
-Dame 5 minutos que me ponga algo y bajo.
Ya sentados delante de un cortado caliente la conversación fue al grano, como en la radio:
-Este año no nos hemos ido a ningún sitio- dijo mi acompañante.
-No- respondí.
-¿Que haces este puente de San Valero?
-Nada de especial.
-¿Nos buscamos algún viaje?
No tardé ni un minuto en contestar. Estas cosas no se piensan, se hacen y punto.
-Vale, espera, que voy a llamar a los chicos a ver si tienen plan.
En 15 minutos como diría mi madre, todo enjaretao. Solo nos faltaba, eso si, concretar el destino. No fue muy dificil. El único requisito: un vuelo asequible.
Buscamos por internet y voilà.
El lunes compramos los pasajes y reservamos alojamiento.
Nos esperan 4 días paseando por Budapest.
Visto y no visto.
A mi regreso os contaré que tal nos ha ido en la Reina del Danubio.
lunes, 21 de enero de 2008
Cogito ergo sum
miércoles, 16 de enero de 2008
Filosofía, letras e información
Estamos tan entregados a esta noble causa que es la de convertirnpos en unos periodistas de éxito, que no dejamos pasar ni un instante sin empaparnos de páginas impresas. Incluso mientras bajamos las escaleras.
Aunque a veces haya que tomarse con filosofía algunas caidas accidentales.
Aunque a veces haya que tomarse con filosofía algunas caidas accidentales.
martes, 15 de enero de 2008
Máster Heraldo 2006-2007
Os dejo aquí un vídeo del máster del Heraldo del año pasado, a ver si nosotros nos animamos y empezamos a hacer uno también!
sábado, 12 de enero de 2008
La elegancia del erizo
"Me he replegado, es cierto, y he rechazado el combate. Pero, en la seguridad de mi espíritu, no existe desafío que no sea capaz de afrontar. Indigente de nombre, posición y apariencia, soy en mi entendimiento una diosa invicta".
Estas navidades me han regalado un libro, La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. En principio no esperaba gran cosa de él, no me llamó demasiado la atención, pero me puse a ello a ver que tal. Y lo que descubrí me gustó.
Es como un cuadro en chiquitito, lleno de pinceladas, de arte, de guiños con una gran sensibilidad. Es lo que se puede llamar bonito. Si os gustó Amélie os lo recompiendo. Sigue esa linea de elegancia francesa, de aprovechar instantes y hacerlos sublimes.
"Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren".
Leerlo es como un paseo por una galería, o una tarde de cine. Obliga al lector a descansar y ,pausadamente, a aprehender y disfrutar lo que acabas de descubrir.
Un pequeño tesoro que nos revela como sobrevivir gracias a la amistad, al amor y al arte.
miércoles, 2 de enero de 2008
No se puede mirar las estrellas con una piedra en el zapato
Como el nuevo año...nuevo, pero al fin y al cabo año, también yo estoy de vuelta.
Doce días desde la última vez y parece que todo va a ser mejor. Todos contentos, con estrenados propósitos, como Senar con sus zapatos nuevos. Yo renuevo ojos.
¿Veré las cosas de otro color?
Por lo pronto en esta docena de días he visto las estrellas. Lo digo en serio. Hacía tiempo que no miraba hacia arriba y me paraba a escuchar. Y digo bien escuchar, porque para ver las estrellas hay que escucharlas primero. Esto en Zaragoza es dificil hacerlo. Pero, mis navidades suelen desarrollarse en mitad de las estepas aragonesas. Mucho frío, mucho aire, niebla, rosada, escarcha, tierra gris, marrón, campo, campo, campo y nada de internet... Puedes ir a coger olivas, al mercado el lunes (ya no más), a tomar el vermú en un bar lleno de humo y con algunos viejos cuartetos de guiñote. Poco más se puede hacer a lo largo del día. Sin embargo, por la noche la cosa cambia. No lo digo por la vida nocturna, que es también escasa, sino porque si a pesar del frío te aventuras a salir a la calle, puedes ver el cielo increiblemente bien.
No se si las gafas eran una barrera, pero no siempre las he llevado, y no lo recordaba así. Marte lucía rojo como pocas veces, y el resto brillaba sin luna. La verdad, me sobrecogió. Fue mi comienzo de año. Las 12.30 mas menos.
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